Los viejos también aman

La señora Nazarina Díaz Villafaña me escribe con mucha emotividad sobre las vicisitudes del llamado “amor etario” que se produce entre dos personas con marcada diferencia de edad y que usualmente es incomprendido por familiares y amigos.
Ella vivió esa experiencia... A sus 29 se enamoró “perdidamente” de un señor con 80, una diferencia de 51 años. Con el agravante de que el idilio ocurrió en un pueblito del nordeste, que nunca les perdonó a ninguno de los dos “semejante apostasía”.
Mientras algunos se burlaban, las familias de ambos lo asumieron como tragedia. Fue tal la presión que ejercieron sobre ellos que tuvieron que separarse hasta que él falleció muy recientemente... a los 96 años. Y ella quedó “devastada”, con 45.
Parece uno de esos culebrones mexicanos que sacan más lágrimas de emoción con amores furtivos entre hombres ya en el otoño de la existencia y jovencitas que buscan posicionarse social y económicamente...
Pero a veces el amor asoma con sinceridad y para siempre, como dice Nazarina fue su caso.
Este fenómeno ocurre con mayor frecuencia entre hombres de riqueza o poder --y si tienen ambas cosas más atractivos resultan--, y jovencitas agraciadas físicamente que en algunos casos pudieran ser sus nietas.
“... Pero los hombres de gusto eterno tenemos que pasar por estas cosas...”, dijo una vez el “premio nobel moral” de literatura Jorge Luis Borges cuando casó --ya casi al pie del sepulcro, a los 86 años--, con María Kodama Schweitzer, a quien le llevaba 43.
Balaguer fue su inspiración
Nazarina se refiere a un artículo reciente que escribí sobre Balaguer y su “ilusión otoñal” con una bella joven que ocupó espacio importante en su vida durante el último tramo de su gobierno:
“Cuando leí su artículo mis lágrimas se derramaron sobre el periódico porque viví en carne propia la despiadada discriminación etaria por haberme enamorado ‘con más que amor frenesí’ de un señor de 80 años cuando yo tenía 29.
“Los 51 años de diferencia entre el amor de mi vida y yo jamás fueron una barrera en nuestros corazones, nuestras mentes y nuestras almas... Él (...) falleció el pasado 4 de octubre y mi alma también con él...”, dice Nazarina en su carta.
“...Él fue el hombre más trabajador, precioso y caballeroso del mundo... Pero nuestro amor recibió los más despiadados ataques que relación alguna haya podido tener, especialmente de parte de nuestras respectivas familias”.
El poeta Edgar Allan Poe...
Nazarina cita el poema Annabel Lee, escrito por Edgar Allan Poe en 1849: “... Soy semejante a aquella doncella que tan solo deseaba amar y ser amada”.
Y expresa su queja porque en los últimos años de su vida el señor a quien tanto quiso no pudo ser feliz por la discriminación que prevalece en nuestra sociedad cuando surge una relación con una diferencia de edad tan marcada en la pareja.
“Usted que puede expresar sus ideas por diferentes medios de comunicación y que suele ser tan osado en sus opiniones, anímese a iniciar una campaña contra esa discriminación de la que nadie habla, pero que tantos ejercen y otros tantos padecen contra el derecho a amar y a ser amado...”
Ella parece que tiene razón... Aunque en el camino también aparecen muchos vividores... ¡De ambos lados!

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